24 de septiembre de 2014

Esto no es como empieza, sino como acaba: competiciones deportivas.

Esto no es como empieza, sino como acaba: competiciones deportivas.
José Antonio Luengo

Publicado en Web del Getafe C.F.




En la actividad deportiva, y, en general, en cualquier actividad de medio o largo recorrido que tenga que ver con nuestra vida, todos hemos experimentado que una cosa es cómo empezamos y otra, en no pocas ocasiones cómo termina. Nos preparamos, miramos hacia un lado y hacia el otro, inspiramos profundamente y nos decimos “allá voy, que sea lo que Dios quiera…”

Lo correcto, lo lógico y razonable es prepararse bien, orientar bien la mirada, escuchar lo que suena a nuestro alrededor, interpretar las muy nombradas sensaciones, y lanzarse. Empezar a andar, sabiendo que el camino suele ser largo, que surgen imponderables, circunstancias no esperadas. Mirar al final del camino, anticipadamente, es un error. Imperdonable. Que suele pasar factura. Suele funcionar mejor la estrategia  del paso corto, el paso a paso, peldaño a peldaño, el “partido a partido” al que tanto partido ha sabido sacar un entrenador, un grupo humano y un equipo de fútbol por todos bien conocido.

Empezar no es fácil, no suele serlo. Nunca se está del todo preparado para iniciar los procesos. En el mejor de los casos, tenemos la sensación de que hemos hecho lo que teníamos que hacer, que hemos dispuesto los mimbres esenciales para no solo no pasar apuros sino, y esto es importante, conseguir nuestros objetivos, los retos que dan marca y valor a nuestra empresa. Del tipo que sea. Pero solemos empezar, dar los primeros pasos; notamos cómo nuestros músculos van adquiriendo el calor y tono adecuado para trazar las líneas que deseamos trazar, ir de aquí para allá como estaba previsto. Nos lanzamos y confiamos en nuestra preparación y, claro, en nuestra intuición y también preparación para dar respuesta a las incomodidades, a los tropiezos y caídas, a los sinsabores de avanzar a una velocidad menor de la prevista. Tiramos hacia adelante sabiendo que es lo que queremos o, al menos, lo que debemos hacer. Aunque observemos cómo se tuercen determinadas líneas maestras que definimos en su día como reglas de oro para el éxito en el trayecto. Y, sobre todo, en el final del mismo.

En el deporte de competición uno no sale solo de la línea de salida. Más bien al contrario, se ve acompañado por otros participantes en la travesía. Otros que han buscado el estado de preparación óptimo para llegar bien al final de la misma. Incluso a costa de empezar con menos intensidad y fuerzas. Sabedores de lo largo que es el camino y de la necesidad de secuenciar adecuadamente el paso, y encontrar la óptima competencia en los momentos en que se entiende va a empezar a venderse el pescado…

Salimos, empezamos, todos juntos. Miramos a nuestros lados en la línea de salida y vemos legionarios que, en sus equipos o clubs, van dar la vida por competir, por seguir en las adversidades, continuar, levantarse tras las caídas y llegar a lo máximo. Conseguir la meta que se han trazado, que han dibujado en función de varios parámetros, entre los que se encuentran, claro, los mimbres con los que cuentan, el talento y calidad de los integrantes del grupo.

Solo uno alcanzará la meta máxima, a saber, llegar el primero. Y, por tanto, situar como fracaso no conseguir ese objetivo puede ser el principio del fin para la mayoría de los participantes en la carrera. Una carrea auténticamente de obstáculos, en el que las lesiones, la falta de cohesión del grupo, la pérdida de identidad de éste, el entrar en depresión tras los primeros resultados negativos y el mirar demasiado lejos, no centrándose en la responsabilidad que tenemos en cada entrenamiento y en cada segundo de cualquier partido que disputamos.

El secreto es, por supuesto, que cada equipo establezca sus objetivos con sentido común y criterio razonable. Para el 90% de los clubs que inician una temporada, dependiendo de las categorías y deportes, el norte, el objetivo, no será llegar a la meta en primer lugar. Más bien puede ser quedar entre los cinco primeros, o, incluso, mantenerse en la categoría. Porque pesan mucho las herramientas con las que cuentan unos y otros equipos diferencialmente. La cantidad y calidad de la plantilla, el presupuesto, el apoyo de las aficiones…

Pero ahí también está el éxito dibujado. Por tanto, es imprescindible fijar bien los objetivos, situar adecuadamente los posibles inconvenientes que puedan ir surgiendo, marcar bien los tiempos de evolución del equipo. Y, sobre todo, no dejarse llevar por las ansiedades cuando no se empieza del todo bien. El secreto en las carreras largas es no mirar demasiado al frente. Analizar lo que va pasando. Con honestidad. Modificar sin miedos lo que no está funcionando. Y pensar que uno alcanza su particular éxito mirando y mimando cada entrenamiento, cada jugada. Cada partido.  Los corredores de maratón lo saben bien: paso corto, análisis de la activación, capacidad para distanciarse y descargar la ansiedad, y mirar la distancia que tengo que recorrer en los próximos dos o tres pasos. No mucho más.

No todo acaba como empieza. O, a veces, sí. Depende de muchas cosas. Pero evitar el nerviosismo e ir paso a paso, cuidando el grupo y los mimbres con los que se cuenta es absolutamente imprescindible. Cuando uno hace lo que tiene que hacer en cada minúscula secuencia del trayecto, al final las cosas suelen salir bien.


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José Antonio Luengo Latorre es Catedrático de Enseñanza Secundaria de la especialidad de Orientación Educativa. Es Decano-Presidente del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y Vicepresidente primero del Consejo General de la Psicología de España. Licenciado en Psicología. Habilitado como Psicólogo Sanitario por la CM y experto en Psicología Educativa y en Psicología de la actividad física y del deporte (Acreditación del Consejo General de la Psicología de España).. Desde octubre de 2002, ocupó el cargo de Secretario General de la Oficina del Defensor Menor en la Comunidad de Madrid y desde julio de 2010 fue el Jefe del Gabinete Técnico del Defensor del Menor, hasta la supresión de la Institución, en junio de 2012. Ha sido profesor asociado de la Facultad de Educación de la UCM y de la UCJC. Es profesor invitado en la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela de Madrid. En la actualidad es psicólogo de la Unidad de Convivencia. Coordinador del Equipo de apoyo socioemocional, dependiente de la Subdirección General de Inspección Educativa de la Consejería de Educación de la CM. Twitter: @jaluengolatorre

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